
Fue precisamente la astucia de Sísifo la que le valió su condena eterna. Se cuenta que, antes de morir, Sísifo le dijo a su esposa que cuando él se marchase no ofreciera el sacrificio habitual a los muertos. Cuando llegó al infierno se quejó de que su esposa no estaba cumpliendo con sus deberes, y convenció a Hades para que le permitiese volver al mundo superior para disuadirla. Pero cuando volvió a Corinto rehusó volver de forma alguna, hasta que fue devuelto a la fuerza por Hermes. En el infierno, como respuesta por sus osadías para con los dioses, Sísifo fue sometido a un castigo cruel que lo haría célebre y convertiría su historia en uno de los grandes mitos griegos.