miércoles, 29 de diciembre de 2010

BABELIANTE INVITADO -1

HERMAN HERRERA LEE A PEDRO SALINAS






Amigo, babeliante y tertuliante, HERMAN HERRERA, quien traza sus destinos entre las tintas y papeles de artes gráficas, se anima a recomendarnos, en alta voz, algunos poemas de PEDRO SALINAS.

De PEDRO SALINAS:

AMIGA

Para cristal te quiero,
nítida y clara eres.
Para mirar al mundo,
a través de ti, puro
de hollín o de belleza,
como lo invente el día.
Tu presencia aquí, sí,
delante de mí, siempre,
Pero invisible siempre,
sin verte y verdadera.
Cristal. ¡Espejo, nunca!

FE MÍA

No me fío de la rosa
de papel,
Tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.

LA TARDE LIBRE

La semana de abril
de pronto se sintió
una ausencia en el pecho:
jueves, su corazón.
Sí, robamos el jueves.
Ella y yo, silenciosos,
de la mano, los dos.
Le robamos con todo.
Con los circos redondos
y sus volatineras
tiernas, conceptuosas
doncellas de los saltos.
Con las cajas de lápices,
rojos, azules, verdes,
y blancos, blancos, blancos,
blancos, para escribir
en las 10 de la noche
de los cielos más negros
cartas a las auroras.
Con las tiendas sin nadie:
Se vendían paisajes,
héroes, teorías,
arpas. Y todo a cambio
de arena de la playa.
De arena tan hermosa
que al mirarla
No se compraba nada
Por no dejarla allí
color de carne intacta,
entre plata, entre cobre.
Con todo, sí, con todo.
Con escuelas de adioses
a las sombras y al beso.
Al salir se creían
los cuerpos y los labios
que nunca estaban solos.
Sí, con todo y sin fin.
Delicia de ser cómplices
en delicias, los dos.
Y en el borde del miércoles
Ver quedarse parados
almanaques atónitos
-no podían seguir-
mientras tu y yo secretos,
ya más allá del cielo,
del tiempo, de los números,
vivíamos el jueves.

LA DISTRAÍDA

No estás ya aquí. Lo que veo
de ti, cuerpo, es sombra, engaño.
El alma tuya se fue
donde tu te irás mañana.
Aún esta tarde me ofrece
falsos rehenes, sonrisas
vagas, ademanes lentos,
un amor ya distraído.
Pero tu intención de ir
te llevó donde querías,
lejos de aquí, donde estás
diciéndome:
.
Y me señalas la ausencia.

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