JAIRO HERNÁN URIBE MÁRQUEZ
El tango, que ha sido desde sus inicios uno de nuestros ámbitos de encuentro, transita también por esta babelia en las notas de JAIRO HERNÁN URIBE MÁRQUEZ. Del ensayo titulado: LA MARCA DEL TANGO EN MANIZALES, escuchemos algunos apartes.
LA MARCA DEL TANGO EN MANIZALES
“Dos visiones opuestas, superficiales y limitadas, intentan explicar la persistencia del tango en Manizales. La primera de ellas, la de los adeptos y promotores fanáticos, sobredimensiona el fenómeno. Afirma que Manizales es la tercera capital del tango, (después de Buenos Aires y Medellín), que mantiene su fuerza y pureza gracias a nuestro fervor coleccionista, y que somos una cultura tanguera por excelencia.
En la ribera opuesta, la de los detractores, hallamos a quienes subvaloran radicalmente la permanencia y afectos del tango, juzgan baladí y transitorio su influjo y sumariamente lo siguen considerando un caso de policía.
Las consecuencias de esta polarización no pueden ser más que empobrecedoras. Entre la magnificación y el desprecio se enfatiza la tendencia museográfica de nuestras instituciones culturales, se niega u oculta el valor de lo POPULAR en la cultura, se simplifican importantes dinámicas sociales y culturales y, especialmente, se reducen las razones que hicieron posible el hibridaje del tango con otras expresiones autóctonas.
VALORES Y ANTIVALORES
Eruditos y simples aficionados concuerdan en que la apropiación del tango se nutre de un desajuste descomunal que encuentra paliativo en los temas, sentidos y alternativas que ofrece. Esto explica en buena medida una de sus funciones primordiales: servir de ‘conjuro’ y más allá, obrar como ‘catarsis’ o como ‘acto de fuga’ en las situaciones límite de la existencia.
SÁBATO fijó, hace muchos años, los factores de carácter que hacen atractivo al tango y propician su entronización en el ánimo popular: la desorientación, el caos emocional, la nostalgia, la tristeza, la frustración, el descontento, la dramaticidad, el rencor, la problematividad y el desarraigo. Pero también agregó que el tango consigue expresar lo que otras músicas populares no logran: la vibración de lo cotidiano y la condición existencial del hombre y la mujer modernos. Por supuesto que a los antivalores enunciados el tango mismo, y su relación con él, opone unos valores significativos: la voluntad de autoafirmación y autonomía, la creación y consolidación de espacios sociales, la conservación de ritos colectivos y comunitarios, el escepticismo y la rebeldía que dan lugar a expresiones de la contra cultura, la instauración de otros sentidos de patria y solidaridad, la exposición de estéticas propias, el recurso a la vocación y la nostalgia como formas de memoria y resistencia, una nueva dimensión de los lenguajes corporales, la provocación poderosa de las tertulias, la restitución de la conversación y el diálogo abiertos y, como aporte crucial, la educación sentimental en todas sus magnitudes, aplazada y hostigada por la Iglesia y el Estado.