Los primeros estudiosos del LUNFARDO (Dellepiane, Lugones, Gobello) fueron personalidades del ámbito judicial. Por eso es que, en sus comienzos, se calificó al LUNFARDO, erróneamente, como un argot ejercitado solamente por la delincuencia.
A pesar de ello, estos autores no coincidieron en su calificación inicial: Lugones lo llamó lunfardo; Antonio Dellepiane, criminal; Alvaro Yunque habló de un lenguaje arrabalero y Borges, dijo que: “es un vocabulario gremial, la tecnología de la furca y de la ganzúa”.
Fue precisamente Antonio Dellepiane, abogado penalista, quien en 1894 recopiló el primer diccionario lunfardo, en un libro llamado El Idioma del Delito.