HÉCTOR ROJAS HERAZO
Desde el Tolú tropical, con fragancia de mangos maduros y la quietud esencial de sus patios, HÉCTOR ROJAS HERAZO, poeta y filósofo, se pasea por nuestra BABELIA de palabras con uno de sus textos profanos:
FRAGMENTO DEL RESPONSO POR LA MUERTE DE UN BURÓCRATA:
Qué lejos ahora la fruta al mediodía, la revista semanal bajo la axila y el zumbido de las moscas en tu ventana de convaleciente. Qué distante queda ahora de ti el cinematógrafo de tu barrio y la solterona que todos los días espera frente a tu puerta el bus de las tres de la tarde. Qué absurda te debe resultar en la cal del silencio la distancia que medía entre tus párpados y la mejilla del amigo, cuando escuchabas la súplica de un préstamo a la puerta de un ministerio. Atrás has dejado la hojarasca de tus tarjetas timbradas, las medias zurcidas en la maleta de tu tía, la palabra tul que pronunciabas cuando estabas triste. Atrás has dejado un bulto vago, la memoria de una tos, el gesto de tu mandíbula cuando presentías el ácido de un limón en la vitrina de un restaurante.
DESDE TU AUSENCIA:
Desde la estrella que empieza a temblar en la penumbra de tus zapatos, con tacones comidos, te veo ahora poderoso y desnudo como la maleza, eterno ya, tranquilo, con el paraíso conquistado a través del purgatorio de tus copulaciones solitarias. Te veo, oh dolorosamente extraño, oh dulcísimo niño mío, en un círculo donde la destrucción llena la belleza y el orden hace vibrar el oculto lirio de las espátulas. Te veo aureolado por un ascua magnífica en el centro de tu gran llaga, santificado por la crepitación de tus líquenes, impartiendo un nuevo ritmo a la lombriz y al estiércol. Y acá arriba, Dios mío, acá arriba, entre árboles y casas e impalpable ceniza, tu nómina buscándote como un perro enlutado.
ESCUCHE A HÉCTOR ROJAS HERAZO: