viernes, 2 de marzo de 2012

MUJERES DE LEYENDA



LA DIOSA CIRCE

Por: Juana María Echeverri E.

Diosa maga, diosa hechicera, famosa por sus conocimientos en medicina y herborística. La hermosa, ocupada siempre en tejer ropajes de esos que solo las diosas pueden confeccionar para seres imposibles y llenos de estrellas. La cantora que llenaba rincones y pasillos de su palacio con sus voces altas y sutiles, y se paseaba con túnicas como de agua evaporada. Se cuenta que era la diosa de la isla Eea.
Circe tenía el poder de convertir a los intrusos en animales melenudos y de largos colmillos. Después de haber probado sus brebajes, los forasteros quedaban transformados en fieras que amedrantaban pero que en realidad eran indefensos cuidanderos de las puertas del castillo. Cuenta Homero en la Odisea que Ulises y su tripulación cayeron perdidos en la isla de Eea. La mitad de la tripulación desembarcó a inspeccionar el lugar y al acercarse a un castillo fueron rodeados por fieras. Solo Euríloco, quien tomó distancia, se salvó de caer en el sortilegio de la diosa maga, quien los convirtió en cerdos cuando probaron los pasteles que amablemente les ofreció. Euríloco fue a dar aviso a Ulises. En el camino de vuelta apareció Hermes y ofreció una raíz al héroe que lo protegería del hechizo de Circe. Una vez en el palacio y viendo Circe que no surtía efecto su pócima, le devolvió a Ulises sus hombres, quienes aparecieron más jóvenes.
Con el tiempo la diosa se enamoró de Ulises, y él con su tripulación pasó un año en aquella isla. Casi atemporales sucumbieron a los placeres de la piel y la delicia rodeados también por seductoras ninfas. Finalmente, apesadumbrada, Circe los dejó marchar y les señaló una ruta para llegar a Ítaca.

A CIRCE, del poeta Julio Torri.

¡Circe, diosa venerable!
He seguido puntualmente tus avisos. Mas, no me hice amarrar al mástil cuando divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto a perderme. En medio del mar silencioso estaba la pradera fatal. Parecía un cargamento de violetas, errante, por las aguas.

¡Circe, noble diosa de los hermosos cabellos! Mi destino es cruel. Como iba resuelto a perderme las sirenas no cantaron para mí.


ESCUCHE A JUANA MARÍA: