
Durante largo tiempo se aceptó y extendió la interpretación de Hegel, quien vio en ANTÍGONA una lucha entre dos legalidades igualmente válidas pero irreductibles entre sí, una lucha heroica entre las normas civiles y las leyes naturales. Decía Hegel que los dioses que veneraba ANTÍGONA eran los dioses oscuros del sentimiento, en rechazo a los dioses claros del pueblo o de la vida del Estado. En contraposición a estas ideas de Hegel, Max Reinhardt, dramaturgo alemán, define ANTÍGONA como el drama de una disidente y a su historia como la colisión de dos voluntades humanas observada y reprimida por los dioses, mas nunca sugerida por ellos.