JOSÉ GILDARDO ARCILA
Pintada,
no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohadas.
En torno de los cuerpos
se elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.
ESCUCHE A GILDARDO:
Dos poemas, uno de PORFIRIO BARBA JACOB y otro de MIGUEL
HERNÁNDEZ, en la voz y en el tono de José Gildardo Arcila, ocupan la siguiente
franja de Babelia.
De Porfirio Barba Jacob:
FUTURO
Decid cuando yo muera… (¡y el día esté
lejano!):
Soberbio y desdeñoso, pródigo y turbulento,
En el vital deliquio por siempre insaciado,
Era una llama en el viento…
Vagó, sensual y triste, por islas de su
América;
En un pinar de Honduras vigorizó el
aliento;
La tierra mexicana le dio su rebeldía,
Su libertad, su fuerza… Y era una llama al
viento.
De simas no sondadas subía a las estrellas;
Un gran dolor incógnito vibraba por su
acento;
Fue sabio en sus abismos –y humilde,
humilde, humilde-
Porque no es nada una llamita al viento…
Y supo cosas lúgubres, tan hondas y
letales,
Que nunca humana lira jamás esclareció,
Y nadie ha comprendido su trágico lamento…
Era una llama en el viento y el viento la
apagó.
(Guatemala, julio 29, 1923).
De Miguel Hernández:
CANCIÓN ÚLTIMA
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohadas.
En torno de los cuerpos
se elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.
ESCUCHE A GILDARDO: