POEMAS
PÓSTUMOS
DE
VÍCTOR MANUEL ARANGO OSSA
(1944-1996
/ Valparaíso, Antioquia)
“Floreces
como
písamo
en mi
corazón”
(Edy Rosario Arango)
POESÍA
No quiero que seas la
amante
fácil
la que cae
al primer canto de sirena
Que el graznido
y el ojo de la lechuza
me saquen al otro lado
Poesía
tu sitio
entre la vida y la muerte
Me tienes
entre el As de Espadas
y la pared
Que cante el cisne
para retorcerle el cuello
❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀
Nuestro amor es un jardín
a flor de labio
Es una flor
a flor de piel tu sexo
Y mi boca
que te nombra ahora
y te muerde esa risa
que tienes a veces
❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀
Beso, antes que boca,
son tus labios.
Boca, más allá de lengua,
tus palabras
❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀
Sobre el verde
el paisaje.
Sobre todos los verdes
el matarratón florecido
serpenteándolo de lila.
Desde el Aventino
los farallones al fondo
se convierten
en cóndor
el más picudo y alto.
Y en buey echado
el otro
❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀
La palabra
hace de nosotros árbol.
Por ella enraizamos en el poema
como ceiba en mitad de la plaza
o florecemos como Písamo
en el corazón de alguien.
❀~✿ ❀~✿ ❀~✿ ❀
Nota
especial:
Estos poemas -y otros más- fueron compilados
póstumamente por Edy Rosario, hermana
del autor, y editados en mayo de 1996 bajo el título “Mi corazón se encabrita”.
(Editorial Alas Libres, Medellín). El lanzamiento del libro tuvo lugar en la
Cámara de Comercio de Medellín en esa misma fecha
LEA LA SELECCIÓN COMPLETA EN EL SIGUIENTE ENLACE:
VÍCTOR MANUEL ARANGO OSSA (Por León
Gil / Medellín)
Nació en Valparaíso, Antioquia, en 1944. Y murió allí mismo el 21 de enero de 1996, al perder la dirección de su auto y estrellarse contra un árbol; uno de esos árboles a los que tanto amó, cantó y acarició con su voz y con sus manos.
Jamás
publicó un solo verso; pero tan solo dos meses después de su muerte, su
hermana, Edy Rosario, realizó la edición póstuma de la mayoría de sus poemas,
en un libro intitulado “Mi corazón se encabrita”, título
tomado de uno de sus versos.
Sólo
diré, como lector de poesía, que ninguno de sus poemas me resulta aburrido,
abstruso, como me ocurre con muchos poemas de poetas reconocidos y
galardonados. Al contrario, son bellos, simplemente bellos y deleitables. Y es
esto lo primordial a que debe aspirar una obra de arte: producir placer y
belleza.
Son
memorables, memorizables, cantables, decibles, recitables, dedicables, robables
y, por último, fotocopiables, es decir, guardables, conservables, portables en
los bolsillos de la camisa, de los pantalones y del alma.