miércoles, 13 de marzo de 2013

PASAJERO 3

JAIRO HERNÁN URIBE MÁRQUEZ



Una melodía cubana es el pretexto a través del cual, JAIRO HERNÁN URIBE, recrea algunos de sus encuentros con la música. La crónica que hoy nos presenta tiene como título:

LAS PATRIAS SECRETAS

Mi padre, quien ofició de barman durante 34 años, solía rematar los consabidos trasnochos profesionales en los bares y bailaderos del centro. Alguno de sus contemporáneos aseguraba que, no obstante la compostura de gentleman que caracterizaba a mi padre, su solemnidad se venía a pique cuando escuchaba, en esas citas inefables, con su patota fiel, ciertas joyas de la música antillana, en particular estas notas conspiradoras…

¡Cuba, mi patria querida!
Para ti es mi inspiración.
¡Cuba, mi patria querida!
Para ti es mi inspiración.


“Patria querida”, uno de los sones cubanos más emblemáticos, se servía en los socavones bohemios de la city como intermedio a las largas tandas de música argentina y como gabela generosa para aquellos que no sabían bailar. Era un intermezzo tradicional en Los Faroles, sitio mítico y guarida de nocheros. Hasta allí fui para rastrear las patrias secretas de mi padre muerto, y me encontré, no solo con las devociones musicales que había heredado sin saberlo, sino con un gazapo especial que le restaba ímpetu a mis resentimientos.

Uno de los administradores del negocio, me dio noticias creíbles de mi padre y de su gallada. Como espantando cualquier sensiblería familiar, me contó que la versión de “Patria querida” que allí tenían y que todavía sonaba no era la legítima, la de los ‘Guaracheros de Oriente’, sino la versión menos conocida de un trío advenedizo: ‘El trío San Juan’. Para corroborarlo me mostró el disco a 79 rpm, en el que no era difícil leer todavía la desgastada pasión de varias décadas y el nombre: Trío San Juan, de un conjunto que le rendía culto al sol, al suelo, la brisa, las palmas y a todas las benditas insurrecciones cubanas.

Cuando en ti despunta el sol
Tu suelo se resplandece.
Y en dulce brisa se mece
La palma llena de amor.
¡Oh patria de Maceo y de Martí!


Indagando por mis orígenes y pulsiones más notorias, me tropecé con dos patrias: la patria secreta de un padre desconocido y la patria musical de un sueño colectivo que aún no se realiza. Unos años después, regresando del desierto virtual que nunca nos ha querido dejar en paz, pude ver a Cuba, desde el cielo, a muchos kilómetros de su trágica pero digna determinación. Vi la isla, vi su contorno de plátano maduro y vi el mar gigante e insolidario como el continente. Vi la patria querida de Antonio Maceo y José Martí, revolucionarios de corazón que nunca alcanzaron la tierra prometida. Y vi la patria secreta de una generación soberbia: la nuestra, que prefiere la muerte a la conformidad y que resiste a duras penas las veleidades de estos tiempos. Una generación con dolor de patria, en una patria que nadie recuerda como propia. Una generación arraigada que no se irá porque, como dicen los cubanos…

Siento un placer tan profundo
De haber nacido en tu suelo.
Porque me cobija el cielo
Más precioso de este mundo
¡Oh patria de Maceo y de Martí!



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