A R I A D N A
Por: Juana María Echeverri
Ariadna en la mitología griega, era hija de Minos, rey de Creta, y de Pasífae. El héroe Teseo fue a Creta, desde Atenas, con un grupo de 14 jóvenes para matar al Minotauro: un monstruo mitad toro y mitad hombre que estaba encerrado en los intrincados pasadizos del laberinto creado por Dedalo. Cuando Ariadna vio a Teseo se enamoró de él y se ofreció a ayudarlo si le prometía casarse con ella. Para ello le obsequió un ovillo de hilo que había recibido de Dédalo. Teseo aceptó y sujetando un extremo del ovillo en la puerta principal se adentró en el laberinto y fue devanando el ovillo a medida que caminaba. Finalmente Teseo encontró al Minotauro y lo mató. Luego, rebobinando el hilo, fue capaz de salir de aquel intrincado lugar. Después de esto, Teseo y sus compañeros se internaron en el mar, hacia Atenas, llevando a Ariadna con ellos. En el camino se detuvieron en la isla de Naxos. De acuerdo con una leyenda, Teseo abandonó a Ariadna y zarpó mientras ella estaba durmiendo. El dios Dionisio la encontró y la consoló. De acuerdo con otra leyenda, Teseo dejó a Ariadna en tierra para que se recuperara del mareo mientras él volvía al barco donde necesitaba hacer algunos trabajos. Un fuerte viento lo arrastró a altamar y cuando finalmente pudo volver, descubrió que Ariadna había muerto.
Ariadna es una de las grandes madres y una destacada diosa de Creta. Como tal, ella lleva el título de la ‘Poderosa’, la ‘Señora del laberinto’, la ‘Intocable’.
Al principio existía una Ariadna que era una diosa completa en sí misma, andrógina y capaz de auto perpetuarse. Luego, esta primitiva Ariadna autosuficiente, es suplantada por otra que se relaciona con lo masculino. Finalmente se cree que ella no solamente estaba conectada a la vida animada, a la vida natural, sino al ‘ánima’, al alma. Por eso su nombre y presencia se asocian con ‘alma’, en el sentido de aquello que se encuentra en el centro del laberinto.
LAMENTACIÓN DE ARIADNA, de Claribel Alegría
No te pierdas, Teseo, vuelve a mí.
La playa está desierta.
Tengo los pies sangrientos de correr en tu busca.
¿Será que me engañaste dejándome dormida en esta isla?
Perdóname, Teseo. ¿Recuerdas nuestro encuentro?
Amor eterno me juraste y yo te di el ovillo.
Y volviste a la luz después de haber destruido al Minotauro.
¿Te secuestró algún dios sintiéndose celoso?
No me inspiran temor ni Poseidón ni Zeus.
Es de fuego mi ira y se alzará desde estas aguas hasta el cielo.
Vuelve, vuelve Teseo, no te pierdas en los laberintos de la muerte.
Anda suelto el ovillo de mi amor, atrápalo.
Teseo, vuelve a mí.
Soy tu tierra, tu luna, tu destino.
Clava en mí tus raíces.
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