Castigada la humanidad, Zeus decidió castigar también a PROMETEO e hizo que le llevaran al monte Cáucaso, donde fue encadenado por Hefesto. Luego, Zeus envió un águila (hija de los monstruos Tifón y Equidna) para que se comiera el hígado del héroe. Siendo éste inmortal, su hígado volvía a crecerle cada día, y el águila volvía a comérselo cada noche. Este castigo habría de durar 30.000 años, pero a los 30 años pasó Hércules (o Heracles) por el lugar de cautiverio y liberó a PROMETEO, disparándole una flecha al águila.
PROMETEO fue invitado a volver al Olimpo, pero, para que no olvidara su castigo, Zeus convirtió la argolla a la cual estuvo atado en la montaña en un anillo que siempre debería portar el titán.
