jueves, 4 de agosto de 2011

BABELIANTE INVITADO - 4

JUAN CARLOS ACEVEDO RAMOS




Militante y además sobreviviente de los numerosos avatares de las tribus poéticas contemporáneas, JUAN CARLOS ACEVEDO, babeliante poeta, ofrece a los amigos y amigas de nuestra Babelia literaria, algunos fragmentos de su obra.


CORREO DE LA NOCHE

“En las noches vacías en que regreso
Todavía me arrepiento
de haberte arrojado
Tan lejos de mi cuerpo”
Ismael Serrano


Bogotá,
el otoño se abre paso a través de la muchedumbre,
es la hora del alumbramiento
y un tren herido se aproxima desde una esquina,
un tren -que es tu sombra o tu vacío- silba
mientras una fina estela de humo me recuerda tu cuerpo:
altar donde años atrás oficiaba el Ritual de la Luna Llena.
Hoy eres lámpara, fuego tibio para los días sin piel,
el paso siguiente a la puerta del sol.
Esta ciudad siempre nos fue ajena y hostil.
Te perdí en ella
como perdí la infancia después del primer beso.
En esta hora opaca
el correo de la noche trae noticias tuyas,
noticias que llegan en las voces de mendigos y borrachos,
los mismos a quienes dabas un pan o una sonrisa.

Bogotá,
es la hora del deslumbramiento
y tu recuerdo viene a llenarme de preguntas,
a entorpecer las palabras,
a hacer inútiles la música y el llanto
y simples las horas sin dormir.

El correo de la noche trae noticias tuyas
y una llama arde en el pecho.


RADIOGRAFÍA DE LA AUSENCIA

“Cuanto más grandes los hombres más solos se quedan”
(De una canción popular )


Viejo -en tu ausencia- el bueno de Dios se ha vuelto amigo. En los bares, donde no entras a beber, la silla que debes ocupar se llena con tu vacío; al que le ofrezco una cerveza que no bebe nunca. Entonces pido un cigarrillo que dejo encendido hasta que por completo se lo fuma tu fantasma.

Ahora que recorro restaurantes, avenidas y duermo mal en hoteles de todas las ciudades, ahora que cualquier mujer de esquina me ofrece algo más que su sexo tibio y sus senos de candil, ahora que el corazón está hecho añicos necesito de tu mano y tus palabras.

Papá, en las noches de embriaguez me hace falta tu voz ordenándome dormir. Dime ¿quién sabe de tu pasión por el fútbol y por las novelas de vaqueros? ¿A quién hace vibrar la historia del carbonerito? ¿Quién conoce tu secreto sobre el vuelo del albatros?

Hoy que la vida vuelve a sonreír quiero saber qué neblina respiras, cuáles gotas de sudor mojan tu sombra, dónde apagas el último cigarrillo. ¿Todavía hueles a lluvia?

Es duro crecer sin ti, sin tu silbido en las mañanas cuando la cuchilla atraviesa tu rostro y el ruido de tus zapatos me despierta.

Aquí las calles de mayo siguen solas, nadie cura mis heridas de juegos perdidos, nadie remienda mis ojos al final de un amor. Camino solo, viejo, y la noche me seduce de nuevo, mañana te habré olvidado... otra vez.

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