JAIRO HERNÁN URIBE MÁRQUEZ
Antes que nuestra babelia múltiple y viajera toque el puerto de la despedida, JAIRO HERNÁN URIBE MÁRQUEZ, babeliante timonel, recoge las velas y cabos de sus declaraciones vitales, con un poema titulado RECUENTOS Y NAUFRAGIOS.
RECUENTOS Y NAUFRAGIOS
“Como un naufragio hacia adentro nos morimos”.
Pablo Neruda
Todas las cuentas, fatal y finalmente,
Son un derroche de ingenuidad, un exceso,
Una forma trivial del miedo.
Hay quienes cuentan, en ábacos rigurosos,
Sus traiciones, su fácil dispersión
En rutinas ejemplares,
Sus gregarismos más o menos
ventajosos.
Hay otros muchos
Que abominan de su inconformidad
Con razones inteligentes
Muy parecidas a los golpes de pecho.
Nosotros, claro, elegimos
Entre las versiones de ‘contar’
La más irracional y necia : escribir
Recuentos falibles, tesauros varios
De vivencias y olvidos, manifiestos
escépticos, todo
Eso que ronronea malicioso
En el fondo amotinado del alma.
Maldición o pesadilla – como se quiera ver-
Seguimos oponiendo a los mil días siniestros
De las metálicas conquistas
Las mil y una noches asombrosas
De apasionadas
Y líquidas derrotas.
Lázaros sin pasado ni presente,
Fustigamos las incesantes muertes
Del deseo
Con timón arisco,
A contracorriente de este colosal
Absurdo que nos desgaja a todos.
Y naufragamos, por supuesto,
Hacia dentro y hacia fuera,
En un mar de ansiedades sin tregua
Y en simas de punzantes
Descontentos.
Como aquel barquichuelo triste
De las grandes ausencias,
Nos vamos desprendiendo
Mortal, dolorosamente, de los
Pacíficos rumbos y las bahías crédulas.
Nos vamos apartando
En maretas de digna soledad
O en borrascas de irresponsable furia,
Junto a los restos flotantes
De las comunes certezas.
Y el último vencimiento,
El esencial,
Ha de llegarnos con el sexto dedo
O con la sexta rueda;
De todas formas con la otra mano
Que nos recuenta,
Para que la mano libre – la rebelde,
La ominosa – ejecute
Nuevas y más vastas señales de insulto:
Mamolas, malparideces, hijueputeces,
Juramentos encarnizados,
Hazañas impuras que agiten
Las quejumbres profundas
Y derroten
La voracidad del silencio.