lunes, 19 de abril de 2010

BABELIANTE INVITADO -2

JUANA MARÍA ECHEVERRI Y BLANCA VARELA


En el expresivo ámbito de la poesía peruana, la obra de BLANCA VARELA goza de una sólida nombradía. Le hemos pedido a JUANA MARÍA ECHEVERRI, nuestra babeliante conductora, que nos haga una breve reseña al respecto y nos lea en voz alta una breve selección de textos.

BLANCA VARELA
Poeta peruana nacida en Lima en 1926. Estudio Educación y Letras. Y obtuvo el premio “Octavio Paz” de poesía en ensayo en el año 2001. Actualmente reside en Lima.

APROXIMACIÓN A BLANCA VARELA
Esa verdad que nos hace pesar de cabeza sobre nosotros mismos para ver la realidad de frente, sin contemplaciones, hasta el fondo de la soledad, hasta el sin fin del abismo, hasta el perpetuo vacío de los ojos para alimentarnos como es debido
de miedos, penumbras y palabras.
“Una desesperación auténtica no se consigue de la noche a la mañana, hay quienes tardan toda una vida para obtenerla”, dice VARELA, entre la luz y la sombra de su mística.

Algunos de sus más bellos poemas son:

JUEGO AMOROSO
Las manos a la altura del aire
A dos o tres centímetros del vacío.
No se mirará nada preciso:
La polvareda que pasa,
El inesperado cortejo de plumas arrancadas al vuelo,
La nubecilla rosada y tonta que ya no es,
El cierra ojos y el ábrelos
en la breve opacidad de una luz que no se ve,
y el sueño pies de goma
y azules y brillantes las estrellas, rientes,
párpado sobre párpado, labio contra labio,
piel demorada sobre otra llagada y reluciente.
hogueras.
Eso haremos a solas.

De CASA DE CUERVOS
Aquí me tienes como siempre
Dispuesta a la sorpresa de tus pasos
A todas las primaveras que inventas y destruyes.
A tenderme, nada infinita, sobre el mundo.
Hierba, ceniza, peste, fuego,
A lo que quieras, por una mirada tuya
Que ilumine mis restos.
Porque así es este amor
que nada comprende
Y nada puede.
Bebes el filtro y te duermes
en ese abismo Lleno de ti.
Música que no ves, colores dichos
Largamente explicados al silencio,
Mezclados como se mezclan los sueños.
Hasta ese torpe gris que es despertar
en la gran palma de Dios
Calva, vacía, sin extremos.
Y allí te encuentras sola y perdida en tu alma,
Sin más obstáculo que tu cuerpo
Sin más puerta que tu cuerpo.
Así este amor
Uno sólo y el mismo
Con tantos nombres que a ninguno responde.
Y tu mirándome como si no me conocieras.
Marchándote como se va la luz del mundo sin promesas..
Y otra vez este prado,
Este prado de negro fuego abandonado.
Otra vez esta casa vacía que es mi cuerpo
A donde no has a volver.

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