viernes, 14 de noviembre de 2008

ROSARIO CASTELLANOS Y "EL DOLOR ES EL OTRO"


Dentro de la poética de la autora mexicana encontramos una recurrencia a la soledad respecto al otro, a la imposibilidad de llegar a ese espacio que ocupa y en el cual respira y deviene. Es la soledad de una mujer que interioriza el ser humano y vive el drama de su incomunicación, de su dolor, de su impotencia. “Lo que él respira es lo que a ti te asfixia, lo que come es tu hambre”, dice en su poema “El otro”. Los poemas de Rosario nos llevan al viaje de los caminos no resueltos, de los pasos que se dan con la certeza que no han sido nuestros y menos aún del otro. Una imagen de uno de ellos dice: “Todo se queda aquí/ he venido a saber que no era mío nada/ ni el trigo ni la estrella/ ni su voz ni su cuerpo ni mi cuerpo/”. Y es en esas palabras donde está toda su fuerza, el instante que se aprehende para saberse eso: momento, fugacidad, impermanencia. “He venido a saber que no era mío nada”, es la abstracción a la que se llega después de visualizar a Itaca en el horizonte como una chispa más, dibujándose brillante y esplendorosa pero efímera. Poesía densa que hace pensar en la fuerza de gravedad de los cuerpos, de los encuentros, de las pisadas y de las piedras, siempre con la altura de lo que no cae pero desaparece. “ Para aprender a irnos caminamos” dice la poeta con su voz lejana. Y es con esa serenidad de espíritu, con ese desapego, como debemos realizar nuestro recorrido.

Algunos de sus más bellos poemas son los siguientes:

APELACIÓN DEL SOLITARIO

Es necesario a veces encontrar compañía.
Amigo: no es posible ni nacer ni morir sino con otro.
Es bueno que la amistad le quite al trabajo esa cara de castigo
Y a la alegría ese aire ilícito de robo.
¿Como podrás estar solo a la hora completa
En que las cosas y tú
hablan y hablan hasta el amanecer?


EL OTRO
¿Por qué decir nombres de dioses, astros,
Espumas de un océano invisible,
Polen de los jardines más remotos?,
Si nos duele la vida.
Si cada día llega desgarrando la entraña.
Si cada noche cae convulsa, asesinada.
Si nos duele el dolor en alguien,
En un hombre al que no conocemos,
Pero está presente a todas horas
Y es la víctima y el enemigo y el amor
Y todo lo que nos falta para ser enteros.
Nunca digas que es tuya la tiniebla,
No te bebas de un sorbo la alegría.
Mira a tu alrededor, hay otro, siempre hay otro.
Lo que él respira es lo que a ti te asfixia,
Lo que come es tu hambre.
Muere con la mitad más pura de tu muerte.