JOSÉ MANUEL DÍEZ
SELECCIÓN DE TEXTOS
(2004—2024)
La silla (1888)
EL
OBJETO Y SU CREACIÓN
Hay un hombre sentado en esta silla.
Hace ya mucho tiempo la creó con sus manos.
Pero, ¿le pertenece?
Él mismo, con su esfuerzo,
taló el roble propicio, apuntaló
la homónima madera,
urdió con gran pericia la trama de su asiento.
Pero, ¿le pertenece?
Hay un hombre sentado en esta silla.
Sobre esta silla cumple su descanso.
Sobre esta silla apoya
sus largos pensamientos. Sobre ella
morirá cualquier día.
Pero, ¿le pertenece?
Otro hombre vendrá a sentarse en la silla.
Del libro “La caja vacía” (Visor Libros, 2006)
Retrato del Doctor Gachet (1890)
EL POETA MUSLIH
SAADI INTERCAMBIA OPINIONES
SOBRE LA
FELICIDAD CON UN GRUPO DE MENDIGOS SUFÍES
SUPERVIVIENTES DE
LA INVASIÓN MONGOL EN PERSIA
(JARDÍN DE BAG-E
FIRUZI. SHIRAZ, 1257)
El hombre
reconoce únicamente su felicidad
en la medida de la
desgracia que haya experimentado.
MUSLIH SAADI
Jamás será feliz quien no ha llorado,
quien no ha perdido el mar o acaso un puerto,
quien no ha tocado un cuerpo despidiéndose,
quien no ha saboreado la derrota.
Jamás será feliz quien no ha medido
la luz de su tristeza
en su esperanza.
Del libro “Baile de máscaras” (Hiperión, 2013)
La Mousmé (188)
LA JOVEN ELSA
BROSNAN DEFIENDE SU BELLEZA LEGÍTIMA
FRENTE AL ESPEJO
DE UNA HABITACIÓN DE HOTEL
(HILTON GARDEN INN. SAINT PAUL, 1985)
No soy solo la fea.
También soy la muchacha de ojos verdes
que recita a Tagore de memoria
y se desnuda a solas
frente a espejos que niegan la belleza legítima.
También soy la inocente, la que busca
respuesta en las canciones de Otis Redding,
en el cine de Chaplin,
en los largos paseos del brazo de una amiga.
No soy solo la fea.
También soy la muchacha imprevisible,
la que, mientras las otras deliberan
por tristes pretendientes,
baila con ademán, desparejada.
De entre todas, tal vez, soy la más dulce,
la más encantadora,
la que besa mejor a sus pocos amantes.
No soy solo la fea.
También soy la muchacha diferente,
la que a todo suspira,
la menos pudorosa en la alegría,
la que, mientras las otras se entretienen
con flores, con viajes o con joyas,
prefiere optimizar su desventura
de ensueños improbables
confeccionando versos, melodías
o postales anónimas desde Roma o San Gall.
Afortunadamente no soy solo la fea.
También soy la muchacha virginal, la agraciada
con el don de ser libre, libre, libre.
Y tengo la sonrisa más bella de la Tierra.
Me lo ha dicho mi padre.
Del libro “Baile de máscaras” (Hiperión, 2013)
Autorretrato con oreja cortada (1889)
LA
ELIPSIS
También soy lo que callo si al callarlo
me oculto o me libero de mí mismo.
Como en aquel mal sueño
donde un niño se inclina sobre el brocal de un pozo
y siente que lo empujan por la espalda.
Y cae al fondo y grita en la caída;
y no sabe nadar y está aterrado;
y llora, tiembla, pide socorro sin respuesta.
Bracea y traga agua,
se desgarra las uñas por asirse a la vida;
y no le quedan fuerzas, y se hunde.
Y, justo antes de ahogarse, sobre el círculo
de luz donde no alcanza,
ve, más allá del agua, los ojos de su hermano,
que sonríe en la altura con crueldad, con deleite.
Del miedo y la traición
igual hablan los sueños
como calla la vida.
Y, a veces, soy el niño que se ahoga.
Y, a veces, el hermano que lo empuja.
Del libro “Estudio del enigma”
(Visor Libros,
2015)
La noche estrellada (1889)
DELICIOSAS IDEAS
Qué
deliciosa idea una muchacha ingrávida, y solsticios de verano en sus hombros, y
una gota minúscula de helado de vainilla en uno de sus muslos, y su risa
alumbrando la plaza hasta que cae la primera hoja del otoño.
Qué
deliciosa idea un pájaro con forma de elefante, y que orejee y barrite como si
no fuera un pájaro, y que nadie ni nada lo sospeche, ni siquiera otros
elefantes, y que un día alce el vuelo y maraville a crédulos e incrédulos.
Qué
deliciosa idea la escalera que solo sirve para ascender, y al poner el segundo
pie en un peldaño superior los peldaños inferiores desaparecen, y la escalera
queda suspendida en el aire, firme hacia las alturas.
Qué
deliciosa idea que todas las ideas deliciosas se terminen por hacer realidad.
Al menos en un poema, al menos en una canción.
Del
discolibro “La Semilla” (2016)
MÁS POEMAS DE JOSÉ MANUEL EN EL SIGUIENTE ENLACE:
PEQUEÑA
RESEÑA DE AUTOR
José Manuel Díez (Zafra,
1978)
Poeta, narrador y músico. Autor de La caja vacía (Visor Libros), Estudio
del enigma (Visor Libros), El país de
los imbéciles (Ediciones Hiperión) y Baile
de máscaras (Ediciones Hiperión), elegido mejor libro de poesía del año
2013 en España por los lectores del Diario El País, y el libro de aforismos Setecientos
caballos desbocados (Arscesis, 2019), escrito a lo largo de dos décadas.
Ganador de los premios Luis Rosales (Madrid, 2004), Vicente
Aleixandre (Madrid, 2005), Cáceres Patrimonio de la Humanidad (Cáceres, 2006),
La voz + Joven (Madrid, 2008), Hiperión (Madrid, 2013), Ciudad de Burgos
(Burgos, 2014) y Ciudad de Jaén (Jaén, 2017), entre otros. Ha participado, representado
a la poesía española, en festivales de Venezuela, Colombia, Países Bajos,
Portugal y Bolivia, así como en algunos de los principales festivales poéticos
de España, siendo incluido en numerosas antologías y libros colectivos.
Como músico fue líder y autor principal del grupo El Desván del
Duende durante más de una década, publicando tres discos y produciendo el
documental Di que sí, que puso música
a la Selección Española Paralímpica en las olimpiadas de Londres 2012. Desde
2014 encabeza el proyecto musical Duende Josele, del que ha publicado dos
discolibros: La Semilla (2016), Desnudos integrales (2019) y Versos con
lengua (2022), con la colaboración de artistas como José Mercé, Luis
Eduardo Aute, Coque Malla, Luis Pastor, el rapero Sharif o el poeta Benjamín
Prado.
Cultiva también el relato corto y el artículo de opinión, y colabora
habitualmente con distintos medios de prensa, radio y televisión. Algunos de
sus poemas y artículos han sido traducidos al inglés, portugués y chino.
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