JUANA MARÍA ECHEVERRI
La
prosodia de nuestra BABELIA múltiple carecería de un misterio sustancial, sin
el acento de JUANA MARÍA
ECHEVERRI, poetisa, presentadora. En la
afirmación de un destino y un territorio propios, nos declara, solo para
nuestros oídos su:
LÍNEA DE LA VIDENTE
Alumbrada u oscurecida, según el temple de
su insomnio,
de cara al sueño, bebe su café.
Oscura flor que la abre como al ojo la
luz.
Habrá otras horas para la razón.
Solo la vidente repliega en abanicos
los múltiples sesgos hasta lo unánime de
una visión.
Apaga las velas: parece no ver.
Incendia las pupilas con sus dedos
fósforos,
se encandila y son otras las visiones.
Eco de figuras, colores no dichos,
raras intervenciones del olvido.
los párpados cosidos a las cejas.
La línea que la conduce parece equívoca.
Pero ella llega.
Su vocación: validar desde la distancia imágenes incandescentes.
Al bajar sube.
Ilusorio es su territorio y falso el objeto de su búsqueda.
Ilusorio es su territorio y falso el objeto de su búsqueda.
No importa, siempre es otra la realidad.
Se aleja un poco de la línea,
extravía en los días muertos su temor.
Pero se encuentra, al rozar el después,
ahora.
Se atreve a nombrarse.
Nombre adentro se pronuncia.
es decir, se balbucea.
Nombre afuera da con su cuerpo,
cuerpo prisma sin más pretensión que
refractarse
de luna en luna.
Y no halla la noche bajo el sordo reflejo.
Y no halla la noche bajo el sordo reflejo.
Se confunde la vidente en su cometido,
pues la noche la tiene adentro,
boca adentro, fosa adentro, oído adentro.
Bracea al sumergirse en sus aguas.
Parece hundirse en su Leteo.
Se salva de eso que presiente ser.
Pero aún no ha asumido.
Cree en la sombra como en una extensión de su cuerpo.
Después de ella está, atrás, lo que da
lumbre.
Es una sola o ¿son dos?
Como también parece tragar eclipses
bucea en sus zonas de sombra
bajo telepatías atemporales de lucidez.
Clarividente o no, la línea termina bifurcándose
entre el ser y el deber ser,
en colores desvanecidos hasta la
transparencia.
ESCUCHEMOS A JUANITA: