miércoles, 13 de octubre de 2010

BABELIANTE INVITADO -3




La trayectoria vital y creativa de GONZALO ARANGO, babeliante profeta y fundador del NADAÍSMO, sigue siendo al día de hoy tan atrevida como polémica. Seguros de que el tiempo no ha podido enterrar sus incitaciones y osadías, recuperamos uno de sus manifiestos personales. Para la BABELIA legendaria, proponemos pues, en la voz del autor, “Mi vida”.

MI VIDA

Nací en un pueblo sin gloria que será famoso por mi nacimiento, hace 30 años y muchos meses. No soy casado porque tengo fe en que el amor durará toda la vida y porque amar es mi manera de ser libre. Soy hostil al amor comprometido y a la literatura comprometida, pues en ambos casos la belleza pierde su independencia. No tengo títulos ni menciones de honor. Estuve a punto de ser abogado, pero cierta inclinación a torcerlo todo, me desvió del derecho. La línea de mi vida según los astros, es una línea curva, difícil y que conduce a la gloria.

Salí del inmenso anonimato fundando el NADAÍSMO, para restituir a la nada su condición rebelde, y a mi vida una razón de vivir entre los signos apocalípticos y nihilistas de mi tiempo.

Pienso que la sociedad en sus periodos de crisis, levanta mitos para no dejar hundir el prestigio del espíritu. Yo nací para llenar la ausencia de valores mientras se restablece el equilibrio y retorna cierta sensibilidad abatida por el materialismo y el griterío del tumulto.

No creo en casi nada, pero creo en la vida. Pertenezco a la familia de aquellos espíritus que, según Nietzsche, salen en busca de la verdad y regresan enarbolando la túnica de una mujer. Escribo por vanidad, por ocio, por libertinaje, y, en una razón secreta de mi ser, por masoquismo.

No he hecho casi nada para estar tan viejo. A mi edad, Cristo estaba a punto de ser colgado de la cruz, y Rimbaud ya traficaba con armas en Abisinia después de revolucionar la poesía y escupirla en mitad su rostro.

Pero ‘he vivido’, como dicen modestamente los pesimistas; aunque en mi caso sería más exacto decir: ‘he amado’.

Miro crecer la yerba y retirarse las mareas, siento el susurro del universo dentro de mi alma y las caricias del amor en mi carne, para quejarme tendría que estar muerto.

ESCUCHE A GONZALO ARANGO: