miércoles, 13 de octubre de 2010

BABELIANTE INVITADA -2




Babeliante de radicales afectos con los ámbitos del pensamiento y la literatura, CAROLINA VILLA LONDOÑO, permite que nuestra BABELIA ingrese en su casona espiritual -de amplios y acogedores recintos poéticos- para confiarnos algunas de sus “intuiciones” y confesiones”.


INTUICIONES

INTUICIÓN 5

Las mandó el aire el tedio
Buscando una puerta
La salida
Librarme del gris fosforescente de mirada
Mariposas eléctricas
Es el dios que siempre huye todo lleno de ojos
Prisión de donde me exilio al olvido perpetuo
Saldré como entré a la historia: anónima.


PREMONICIÓN
Cuerpo inexplorado, siempre cuerpo, sólo cuerpo.

CONFESIÓN

Noche en la que me desconozco
Noche en la que no soy tuya.

ANHELO

Deseo la carne que no me pertenece, entre mi carne.


DESTINO

Estar sola en la incertidumbre del desencuentro.


UN CUENTO

“Sentados frente al lago de la universidad, después de haber observado el movimiento torpe y errático de los patos, decidimos comprar vino para poder matar la mañana y, ¿por qué no?, parecernos un poco más a los patos. Salimos al estanquillo de la esquina, algo que no puede faltar en las esquinas cercanas de las universidades de la ciudad. Pensé, igual era viernes, que más daba. La semana estaba a punto de tocar su final al igual que las clases. El día era muy caluroso, de manera que el vino frío ayudó a mitigar nuestra ansiedad pero también nuestra sed. Después de un rato en compañía del vino, -perdón, a merced del vino-, hizo que los patos comenzaran a volverse nuestros cómplices; no, no, ni cómplices... Pues noté que ya caminábamos como ellos, tropezábamos como ellos, y yo deseaba, al igual que ellos, poder sumergirnos en el fangoso lago sin tener la preocupación del qué dirán, del ¿por qué beben a las 11 de la mañana? Qué les importa, dije en voz alta. Yo soy un pato y como tal puedo hacer lo que se me dé la regalada gana, dije aún más fuerte. Eduardo me miró perplejo por un momento. ¿De qué hablas?, preguntó. De la posibilidad de ser un pato, dije y agregué, y poder hacer lo que quiera. Eso es absurdo: los patos no hacen lo que quieren, dijo con enojo. Sí lo hacen, repliqué. Mujer estás ebria, no voy a tener esta discusión contigo, vamos a resultar peleando, como siempre. Tú no me quieres, dije con la voz destrozada y empecé a llorar. En ese momento me di cuenta de que estaba ebria”.

ESCUCHE A CAROLINA VILLA: